La ubicación siempre ha sido un componente vital en la educación. "Ubicación, ubicación, ubicación", como dicen en el sector inmobiliario.
Pero luego llegó Internet en la década de 1980, y de repente los costos relacionados con la distancia colapsaron para educarse, las comunicaciones, el transporte y la búsqueda. La web era la "muerte de la distancia", un concepto popularizado en 1997 por el libro de Frances Cairncross del mismo título.
Un ensayo reciente en The New Oxford Handbook of Economic Geography desafía esa noción, o al menos profundiza el argumento. Si bien la revolución digital ciertamente ha reducido la importancia de la distancia de alguna manera, en otras ha crecido. Como observan los autores, "por ejemplo, si bien la tecnología de la información puede ser un medio eficaz para coordinar proyectos y colaboraciones en curso, puede ser menos eficaz como medio para establecer nuevas asociaciones o relaciones de colaboración. De esta forma, una comunicación rica fuera de línea puede hacer que las comunicaciones en línea sean más valiosas, lo que sugiere la complementariedad entre las comunicaciones cara a cara y digitales".
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